Por: Iván Uriel Atanacio Medellín

“Los surcos no se caminan ni se recorren: se labran”

Iván Uriel

 

CuandoFMMHabía sucumbido la ciudad de los palacios desde sus ruinas, desolación de los pasos, vacío de la historia, vacío del espacio; vacío de todo lo que abarca, de todo lo que rebasa, había sucumbido la ciudad tras el temblor, había sucumbido la población y la fundacional esperanza; desde sus escombros, emergían los visos de horizontes desdibujados pero existentes, cobijados en la música ligera pero contumaz de un grupo lejano de notas hambrientas, tenaces y liberadoras, notas nacidas bajo el fondo de la dictadura y sobre la liberación, en sus acordes los recuerdos de la guerra, la desaparición y el olvido, en sus acordes el presente y el devenir, un canto para expresar sueños de pesadillas y sombras, puertas para cruzar umbrales de aspiración, ventanas abiertas con miradas a las metáforas.

Venidos del Sur los cantos tras el temblor aún latente en el dolor, y en esos anhelos vestidos de música, el despertar de la ciudad, el caminar por las rocas, la promesa de reconstruirnos en persianas de erotismo, en las alas de testigos de ironía y falacias. La ciudad habitaba al sur, pero el temblor y la furia también eran comunes, literales y siendo suya la hicimos nuestra.

 

Después del temblor los despertares, los mareos, las raíces, la luz; nos invadió no el arma sino la lírica de un rock acompasado por banderas que denominamos al idioma que las unía, tantas historias íntimas que nos pertenecían, tantas historias íntimas que dialogaban entre sí no obstante las fronteras que el mismo idioma cruzaba con frenesí, su energía parecía devorarnos en cada letra.

La melodía mecánica dejaba de ser ligera para ser personal y habitar las dobles vidas de naciones enteras, el antes y el después, el pasado y el futuro presente de un genio en cuya voz se anidó el arte capaz de durar siglos o el instante de una quimera permanente.

 

La voz del genio en la armonía de una banda, el sonido de una conversación vuelto elegía, íntimas las historias, íntimas emociones del colectivo consiente, sensible y voraz, cantos a pedernales giraron al mito compartido, a la espera, a la quietud.

 

Representante de una época dorada del rock en español, Soda Estéreo significó lo que al pop Mecano brindaba, la alternativa identidad de nuevos ritmos, la innovadora forma de expresar los géneros, la prosa poética enhebrada en los trazos de la imaginaria y en los viajes cuyas huellas permitían seguirles y habitar su universo propio.

 

Después de la separación de la banda, el genio siguió aportando ahora historias no sólo íntimas sino comunes, no sólo de mundos paralelos sino vivencias citadinas que sabían a experiencias, recorridos literarios en óperas y sinfónicas interpretaciones. El don de tener un estilo y guardar los secretos a todos sabidos de su gracia, después el drama, el acompañado drama que permitió el reconocimiento en vida, pues por más lejano que se escucharan los aplausos y oraciones, retumbaron seguro ese camino de senderos abiertos a la inmortalidad y a la leyenda.

 

Gracias Maestro por la poesía, por los versos de persianas abiertas, por despertarnos tras los temblores de la ciudad de la furia, hasta siempre Cerati, ¡Gracias totales!

Cuando Pase el Temblor

Gustavo Cerati

Dir. Alfredo Lois

Soda Estéreo

Argentina, 1985

 

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Iván Uriel Atanacio Medellín | elsurconovela | @ElSurcoNovela | México

Iván Uriel Atanacio Medellín es un escritor, productor, director y politólogo, especialista en sistema político, desarrollo social y migración. Su novela “El Surco, historias cortas para vidas largas” describe los senderos migrantes, cuya narrativa innovadora ha sido reconocida como la aportación mexicana a la literatura posmoderna latinoamericana. Ha diseñado políticas públicas, programas académicos y sido conferencista en diversos congresos internacionales. Su motivación logra la creación del documental “Tú Ciudad…Tus Derechos” y Filmakersmovie.com

 

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