CINESCOPIO : INGMAR BERGMAN 

 

Por: Iván Uriel Atanacio Medellín

 

Un viaje sin remos amparado en bregar la brega del amor ideal y anclar la utopía de la fuga como una liberación más que un escape, así resuenan las imágenes del canon que legado el maestro Ingmar Bergman, en él convergen materia y naturaleza representadas por sus personajes, situados en el espacio tiempo de sendas tiendas de abacería, donde la cotidianidad hace de las estaciones y sus cambios, los giros de cuerda que aguardan suceda el sol ante el frío y las estaciones se hagan.

 

Ícono máximo del cine sueco, maestro de lo íntimo vuelto universal, Ingmar Bergman reflejó las relaciones humanas como un viaje a la interioridad e hizo de la mirada, un espejo que confluye, envuelve y recita desde su reflejo, las aristas más vulnerables del ser humano y su relación con la existencia que habita y comparte. Su cine se convirtió en un referente de la insatisfacción que se vierte cuando las preguntas perennes encuentran respuestas sin reacción, o por lo contrario, del gozo que genera la inmediata resolución de los conflictos que les anteceden, en todo caso, es un cine de viaje, de búsqueda y encuentro.

 

Ingmar Bergman | Foto: http://www.ingmarbergman.se

 

Bergman dedicó varias décadas de su vida a proyectar en la pantalla, el ansia de la persona por asumirse como tal, por inquirir ante la duda, y concluir la expectativa ante el desencanto. Su viaje alcanzó lo más profundo del ser hasta cimbrarlo frente al mar y ante la muerte, y a llevarlo por una revisión de lo vivido, captando el sentido de la vida ante el desahucio, mostró la valía de una sonrisa que se esconde bajó la alcoba ante el drama, o del deseo que prevalece rente al letargo de las relaciones nacidas de lo que fuese alguna vez amor y concluyó siendo un acuerdo.

 

Oriundo de Upasala, Suecia, Bergman recibió los galardones más codiciados de la industria y crítica fílmicas, los cuales por más que merecidos, no alcanzan a medir el grado de admiración de su público, ni la valía igualmente profunda, analista y expectante de su auditorio. Bergman se adentró a los rincones de la mente, ahondó en los rincones de la subjetividad, plasmó las inquietudes existenciales, las angustias religiosas, las ávidas respuestas espirituales y los senderos profusos de la muerte con la paradoja de la vida en sufrimiento.

 

El director delineó los parámetros de quien se hace a la vera del deseo, de la libertad y del reflejo, para encontrar el sentido a los andares, a la confrontación con el hastío, la vivencial dependencia del sentimiento y la imaginación como un escape al dogma.

 

Su cine hizo una oda la institución humana del amor, que se rebasa por los instintos e ilusiones que no pueden atraparse por las leyes, aguzó la distancia y la lejanía como una decisión y la necesidad de compasión como una consecuencia de la modernidad que razona y no atiende el sentido último de la existencia; situó  a la mujer como estandarte, al azar como circunstancia, al devenir como escenario y al arte como centro decisivo de las emociones humanas, y lo hizo desde el silencio, desde el desahogo, desde el susurro y desde el discernimiento como una posibilidad ante la determinación que resigna la propia voluntad.

 

Bergman asocia la convivencia desde planos diversos de la dualidad, al amor y al deseo, al matrimonio y al divorcio, a la prisión y a la libertad, a la enfermedad y a la cura, a la vida y la muerte, a lo familiar y a lo extraño, a lo propio y a lo ajeno, a las estaciones como estado de ánimo, a una partida de ajedrez como la última jugada del destino, y a la persona como centro y significado de la existencia. Bergman logró que su mirada, fuese un puente entre el asombro y el hastió, entre el dolor y el alivio, entre el sufrir y el consuelo, entre la pregunta y la respuesta, entre un director y su audiencia.

 

Sus personajes cohabitan entre sí una dualidad latente, genera uniones o rupturas al tenor de la reflexión como gestora de las posibilidades, encuentros y desencuentros de la condición humana. Bergman prioriza la interacción humana que soslaya el amor lo idílico por el deseo que al no contenerse conduce a la infidelidad, dejando el aura de duda, ¿será el deseo no es sólo carne sino amor? y ¿será que la infidelidad es hacia la institución del matrimonio pero no al sentimiento? En todo caso, la doble moral se hace presente como bujía de un juicio que sólo sucede y deja pensando al espectador, causando la duda y atisba el caleidoscopio de la figuración, el enredo, la intriga y la resolución pasional de los entresijos amatorios de sus personajes.

 

Con pericia de cirujano, con la astucia de un abogado y la introspección a provocación del psicólogo, el director genera en su audiencia una experiencia vivencial a modo de retrato de la relación simple y compleja de una pareja que asienta los sentimientos mientras descubre y redescubre, sin un ápice de impaciencia, la paciente espera de su tedio. La inocencia, el temor, las desavenencias, los intereses equidistantes, las peleas, las miradas obtusas, los posicionamientos irreconciliables, la habitación, la seducción y el aplomo ante las decisiones, detallan las que cierran el círculo de las relaciones desde los secretos que, a modo de una verdad que se oculta, prolonga el letargo del vacío sentimental que convoca pero no une.

 

El maestro atiende a los tópicos poéticos para expresar la angustia de la vida y la resolución en calma de vivirla, atiende al carpe diem y al tempus fugit, dejando así el avenimiento en víspera de una conclusión temporal, que otorga a las estaciones la cualidad de embellecer las hojas secas, hacer del viento música, y las expresiones en notas musicales. Liv Ullman como musa, la muerte como sentido y la vida como palestra, circundan las décadas en que sus películas definieron un estilo y encumbraron un género propios, Bergman revisita el regreso como el revulsivo que desencadena confrontar el pasado desde un ánimo de clausura, pues no hay cabida para el lamento si el regreso en sí mismo, es sólo la momentánea inspiración de la consciencia por volver a lo dejado.

 

La exploración de lo femenino, adquiere una voz que se hace coral a medida que avanza la película, y se convierte en una lucha incontestable por definirle desde el sufrimiento de sus personajes. Sus protagonistas, sufren por encontrar el significado a sufrir como si fuese la ineludible conclusión de la vida o un componente indispensable de la misma para vivirla intensamente desde el grito y el susurro. Su obra es lo mismo existencialista que espiritual, espiritual que nihilista, atea en la argumentación que bíblica en su referencia, la película se anida en la maternidad desde el simbolismo del cáncer de útero, en la decisión a libre albedrío de experimentarla, y en la libertad de ni siquiera pensar en una pareja como la obligatoria consecuencia del cariño.

 

La muerte como presente acuse del destino, aparece en el dolor de una madre tras la pérdida de su hija, y en la esperanza que Dios le ofrece ante la otredad que le confronta. El matrimonio como presa del hastío, parece concluir que tras el enamoramiento no hay manera de dar marcha atrás a la primera inclinación por el romance, y que una vez que el amorío se instituye, termina el enamoramiento por arroparse en la costumbre. Bergman aborda la superficialidad de la vida mundana y la doble moral de quien enjuicia ante el designio del prejuicio, la enfermedad es un motivo, la voluntad la consecuencia. En Bergman los secretos que se develan, van uniendo poco a poco los lazos más personales de forma extraordinaria, concatena de forma extraordinaria mediante la edición y la aparición de signos, claves y dejos, fotografías, recuerdos y sonidos, los cuales, luego abandona para hacer que la audiencia los una en la manera de los posible, mientras sus personajes avanzan sin más giro que la intimidad que progresa hacia la otredad que confronta y la interioridad que libera.

 

 

 

Iván Uriel | Filmakersmovie

Iván Uriel Atanacio Medellín | elsurconovela | México

Escritor y documentalista. Considerado uno de los principales exponentes de la literatura testimonial en lengua hispana. Sus novelas “El Surco” y “El Ítamo” que abordan la migración universal, han sido estudiadas en diversas universidades alrededor del mundo.  Dirigió “La Voz Humana” y “Día de Descanso”. Columnista en Pijama Surf, es Director Editorial  y Fundador de Filmakersmovie.com

 

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