Por: Andrés Palma Buratta

 

El cine latinoamericano, vapuleado, estigmatizado, despreciado por su propio público está viviendo un gran momento a nivel internacional. Pero siempre lo ha vivido. Últimamente se habla del nuevo cine…chileno, argentino, mexicano, etc., pero hace 10 años también se hablaba del nuevo, y hace treinta, igual. En los años 60, 70, ya se acuñaba el termino: “Nuevo cine latinoamericano” con Ruiz, Rocha, Solanas, Leonardo Favio, Tomas Gutiérrez Alea, Buñuel (desde mucho antes) y Jodorowski; todos ellos reconocidos en los mayores festivales internacionales de cine, poseedores de miradas de “sus mundos para el mundo”, únicas y esenciales en la construcción de movimientos fílmicos (ideológicos/políticos/existenciales/religiosos) con repercusión e influencia mundial hasta el día de hoy, cimentando el camino para que generación tras generación las temáticas cada vez mas diversas, amorales y  de discursos relativos, se abran paso al panorama mundial de un cine que aún no ha madurado, si es que alguna vez se puede madurar en el arte de relatar historias (sea de manera clásica o de manera experimental).

 

El cine o mejor dicho sus corrientes, estéticas, discursos, visiones, o como quieran llamarlas, no son nuevas ni viejas, películas de 30 o 40 años atrás se mantienen más actuales y resultan más atractivas que las nuevas. Es más, cómo diría André Bazin, ¿Qué es el cine?, (el da su propia respuesta) por cierto no es nuevo, su lenguaje tampoco, su narrativa menos, quizás sí, el nivel de experimentación en la puesta visual. El cine latinoamericano, pasa por altos y bajos, por etapas, determinadas por movimientos sociales, políticos, dictaduras, democracias quebradas, gobiernos autoritarios, que hacen que los autores y sus obras emigren, se fusionen con otros autores haciendo imposible encasillar las corrientes fílmicas en un “nuevo cine”, ¿perteneciente a quién?

 

A pesar de todo ello, definitivamente, en la actualidad, el cine latinoamericano pasa por un momento alto.

 

El problema del cine latinoamericano durante su larga historia es que no se ve, por lo menos no en sus respectivos países. Existe un total desinterés del espectador por ver producciones nacionales (excepto en algunos esporádicos casos, casi siempre asociados a la comedia, biografías, historia o grandes producciones latinoamericanas, háblese de Iñárritu, Del Toro, Walter Selles, Campanella, etc., con un nivel superior de inversión, publicidad, calidad). Lamentablemente para los realizadores, ni el exhibidor tiene la culpa, (acusándolos de no permitir espacios para producciones locales) porque es su negocio, ni las grandes súper producciones norteamericanas (por cierto, echas para disfrutarlas en salas IMAX, 3D, 4DX, etc…) que es lo que el público quiere ver y que además, nos han regalado verdaderas joyas -esa obtusa idea de que el cine “gringo” es el culpable, es tan obsoleta como los que la vociferan-. Estados Unidos lo entendió así desde el principio, permitiendo incluso que lo independiente nazca desde los grandes estudios. Aquí hago un pequeño paréntesis, desmarcando al honorable espectador de toda culpa, al cual se le juzga de estúpido, insensibles y de poco ojo cinéfilo, influenciado o más bien embobado por la televisión.  Voces fácticas que aseguran, que una de las soluciones es “comenzar a educar el público”. En primer lugar que significa eso, habrá que mandarlos a estudiar cine o crítica de cine, a que vean toda la filmografía de Tarkovski o Yasujiro Ozu. Y en segundo lugar ¿quién lo educa? los críticos, los intelectuales, los directores, los que “saben de cine”. Dejémosle al espectador la libertad de elección.

 

Entonces ¿cuál es el afán de optar por las salas de cine como único medio de exhibición? A propósito de esto, en México las salas de cine están paulatinamente cambiado su sistema de proyección a digital. ¡Que maravilla!, se pensaría. Ahora tu película, en formato digital, por ende más barata (no estoy tan seguro de ello) podría ir directo a las salas, saltando el costoso paso de ampliado a 35mm.

 

Un grupo de analistas, reunidos en la IHS Screen Digest Cinema Intelligence Service, afirma que: “Se prevé que para el 2015, las copias en 35mm así como las pantallas de proyección desaparecerán para dar paso a la “era digital”….Pero hay una trampa, por lo menos en México las productoras deberán pagar por cada copia digital que se quiera exhibir. Quizás las productoras más grandes puedan costearlo, pero las pequeñas productoras, con sus cintas digitales, a lo más, lograrán pagar 2 o 3 copias de exhibición, volviendo al mismo paso si es que se tuviera que ampliar a 35mm, y en definitiva, desapareciendo, no siendo capaces de costear los gastos.

 

Las películas latinoamericanas de bajo presupuesto, mas independientes, deberían dar paso a un cine mas experimental, en cuando a forma y fondo, aprovechando, además la dificultad que conlleva financiar un proyecto en esta parte del mundo, que no ha alcanzado los niveles, por ejemplo, de Francia o España, o últimamente de Corea (háblese de los 90s hasta ahora). Es verdad, siempre existirán, pese a vivir con los escasos recursos y muchas veces en precarias condiciones, los cineclubes o cines de arte, que permanentemente tiene el espacio disponible y logran organizar ciclos de cine, o las proyecciones que organizan los museos, el Malba en Argentina, Cineteca Nacional de Chile, Cineteca Nacional y Museo de la Ciudad de México, etc. También existen los fondos públicos, pero para los que no ganan o creen que siempre ganan los mismos, que mejor, comenzar con plataformas alternas de financiamiento, producción y finalmente de exhibición. Y todo ello desde la comodidad de tu hogar, prendiendo tu computador y navegando por el mágico mundo de internet.

 

Paginas como http://www.kickstarter.com/, http://www.lanzanos.com/,  o http://www.indiegogo.com/ e incluso en la región  http://www.soylala.com/ permiten recaudar fondos a través de la denominada “financiación en masa” (Crowfunding), donde todos podemos hacer nuestro pequeño aporte al proyecto que más nos guste e incluso convertirnos en productores del mismo. Por otro lado involucrar a la empresa privada, explicándole que si producen una película, estarán libres de pagar impuestos (cada país tiene sus leyes que refieren al tema, en México es el articulo 226 de la ley del ISR). Y finalmente, si tu película ya fue a festivales, abrieron su ventana tan anhelada al mundo, pero después no encuentra cabida comercial en tu país, o al contrario, no quedó en ningún festival, a pesar de haberle echado ganas… simple, súbela a la red (Netflix da para tema a parte)

 

Plataformas como http://vimeo.com/search?q=filmakersmovie o http://www.youtube.com/ han democratizado aún más el acceso a cualquier trabajo audiovisual, donde vídeos tiene miles de visitas, permitiendo más espectadores que un estreno en salas y de todas partes del mundo. Ni hablar de páginas como http://www.cinepata.com, http://www.festivalescortos.es/ o la misma https://filmakersmovie.com , excelentes soportes de distribución y exhibición, sobre todo, a aquellas películas que de otra forma serían imposibles de ver. Los músicos lo hacen, suben sus canciones a la red, claro, lo que a ellos les interesa es llenar sus conciertos, pero el cine quizás debería funcionar al revés, hacer conciertos gratis (exhibición de película en internet) para vender sus discos (películas en formato dvd, blu ray, pent drive, descarga, etc…) y así también, está funcionando el periodismo, donde los medios impresos gratuitos o sus versiones online están cambiando radicalmente el negocio de la información.

 

El cine latinoamericano seguramente seguirá creciendo en la medida que transforme la idea de industria a su favor, acorde a sus realidades y eligiendo los caminos que cada producción estime conveniente, ya sea comercial o no.

 

 

Andrés Palma Buratta |  IMDb | @andresdepalma

Director y guionista italo-chileno, nos transporta al mundo distópico de una sociedad subterránea en su película Cassette, presentada en el Festival de Cine B, Cineteca Nacional de Chile y el Museo de la Ciudad de México. Ha participado en la producción de la película chilena “Una parte de mi vida” elogiada por la crítica. Su sensibilidad y lucha por defender los derechos humanos lo llevan a realizar el documental “Tú Ciudad…tus derechos” para la CDHDF. Autor de historias sencillas y profundas. Hoy desarrolla, junto a un equipo de guionistas, la serie #HoySoyNadie, para Televisa Networks.

 

 

Artículos Relacionados