BELFAST, nostalgia de la infancia, memoria del contexto
Por: Iván Uriel Atanacio Medellín
Belfast remembra como suerte de un azaroso viaje a través de la nostalgia, aquellos días de la infancia que vemos reflejados en el espejo de quienes acompañaron nuestro paso, la familia, los amigos, el colegio, el parque, las calles, y aunado al espacio que el tiempo pasma al pensarle, surge el contexto del entorno que vivimos. Kenneth Branagh avista una palestra de sentimientos vertidos en la memoria, donde la infancia es testigo del devenir que se advierte incierto, que no alcanza a comprenderse a la luz del juego ni al amparo del amor fraternos que no descifra los adioses y hasta luego, de forma, el director suscribe los pasajes de su vida envueltos en una historia individual y colectiva, en los ojos de un niño que desde las vicisitudes de su familia, intenta comprender el encono político, el posicionamiento ideológico, el azar religioso y la migración como un hado irrenunciable porque no hay más alternativa.
Situada durante los agitados años sesenta en Irlanda del Norte, Belfast es una oda cuyo centro narrativo apela volver a la infancia para dar sentido a la vida o despejar los misterios de las decisiones que los padres, amigos o nosotros mismos tomamos ante el contexto que nos configura. La incomprensión, el prejuicio, los dogmas, la intolerancia, son parte del escenario histórico que nos presenta la cinta, donde la violencia amenaza y la pobreza acusa buscar otros horizontes para el sustento, como si el destino y por ende la determinación, estuvieran determinados por el contexto.
Jude Hill interpreta a Buddy, el pequeño testigo de los anhelos infantes que avistan la pérdida de la inocencia ante el desasosiego de una realidad que le implica y de la cual no puede alejarle ningún juego. Caitríona Balfe y Jamie Dornan, representan a los padres de Buddy, en una relación de amor que revisita la separación por designio del empleo, de una mejor oportunidad, o por la resignación de la circunstancia, y al medio, Buddy muestra el dolo que le causa no descifrar lo que sucede alrededor, pero cavila la situación como un laberinto de emociones que rebasa el horizonte confuso que ofrece la cerrazón política, el fanatismo religioso, la prebenda social, o el ansia de cambio que viste al colorido blanco y negro la hermosa fotografía de Haris Zambarloukus.
Ciarán Hinds y la extraordinaria Judy Dench como los abuelos, brindan actuaciones memorables, recompensadas con las nominaciones al premio Óscar en la categoría de reparto, a las que se adhieren las obtenidas por el propio Kenneth Branagh, nominado a Mejor Película, Director y Guión Original, para una historia que brindan a Buddy ese lugar propio que buscamos cuando el abrigo del cielo que nos cobija, primero se aleja en la ausencia de los seres queridos, y luego nos confronta en un discernimiento que no nos permite decidir, si seguir el camino por seguirles, o quedarnos en la nostalgia de la pérdida.
La complicidad, la empatía y el amor, resultan ser la maravillosa constante que hace de la cotidianidad una oportunidad para avistar el asombro, la utopía y la redención, y en esa dinámica, la audiencia se vuelve un observador consciente, informado y a la vez lejano que al acudir a las causas y consecuencias, queda prendado de reflexiones que van más allá de la época que describe el director, y describe sin la ambientación de los hechos, los acontecimientos actuales que parecen indicar, el tiempo no ha pasado o el contexto solo ha cambiado de lugar, o quizá por lo contrario, se quedó suspendido en el tiempo, haciendo de la cinta una referencia que trasciende las fronteras por su tema universal, la resiliencia, la supervivencia, y la búsqueda de la felicidad.
La evocadora cinta de Kenneth Branagh, comparte la ansiedad de una familia en la ilusión de atenderla, y avista la esperanza entre la desolación, la melancolía y el caos que consiga recubrir con espesas humaredas a protestas, reprendas, a la desilusión. Extraordinaria, pertinente y reveladora, Belfast nos resuena que el tiempo pasa pero los dejos de las heridas no se borran, y en esas huellas hace consciencia de lo vivido, de lo que no queremos repetir, de lo que no hemos olvidado, de lo que aguarda al devenir.
Iván Uriel Atanacio Medellín | elsurconovela | México Escritor y documentalista. Considerado uno de los principales exponentes de la literatura testimonial en lengua hispana. Sus novelas El Surco, El Ítamo y El Muro, que abordan la migración universal, han sido estudiadas en diversas universidades a nivel internacional. Dirigió los documentales La Voz Humana y Día de Descanso. Es Director Editorial de Filmakersmovie.com