Center Stage, 1991, Dir: Stanley Kwan
Por: Andrés Palma Buratta
Cuando haces que una maravillosa actriz interprete a una leyenda del cine, tienes una de las mejores y más bellas película biográficas de la historia del cine. Cuando haces que una futura leyenda, interprete a una leyenda del pasado, tienes un sueño, un ensueño.
En la docuficción Center Stage o Centre Stage de Stanley Kwan le preguntan a Maggie Cheung, quien interpreta el papel de la leyenda de la cinematografía china, Ruan Lingyu, si le gustaría ser recordada medio siglo después. La joven Maggie de 27 años, lo piensa, toma aire y responde “Eso no es tan importante para mí. Pero si la gente me recuerda, será en una situación diferente a la de Ruan, ya que ella interrumpió su carrera cuando estaba en su máximo esplendor, a los 25 años de edad. Ahora es una leyenda”. Poco antes le habían contado los orígenes de la carrera de Ruan Lingyu, empezando por pequeños papeles hasta convertirse en una, si es que no en la más reconocida actriz hongkonesa de la historia, hasta la llegada de la propia Maggie Cheung por supuesto; a lo que ella respondió con su encantadora sonrisa “Entonces compartimos destinos similares.” Quizás Maggie en ese momento no sabía que se convertiría en una leyenda y que también pondría fin abruptamente a su carrera actoral, en su caso no por suicidio como Ruan, sino que, por decisiones personales, después de convertirse en un icono del cine gracias en buena parte a sus magníficos roles en la cinematografía de Wong Kar-wai. Pero Maggie Cheung, ya desde Centre Stage, actuación que le valió el premio a mejor actriz en el Festival Internacional de Cine de Berlín en 1992, dejaba ver ese halo un poco difuminado, sosegado, elegante y romántico, melancólicamente romántico (pero ese romanticismo de un bolero apenas rasgueado bajo los pórticos de algún puerto caribeño o alguna selva tropical asiática, bajo los últimos rayos de sol en pleno verano) que repetiría no solo en As Tears Go By, In the Mood for Love o Days of Being Wild, sino también en Irma Vep o en las varias películas cómicas y policiales con las cuales dio comienzo a su carrera, al igual que Ruan. Maggie, medio siglo después, sería recordada, es recordada, como una leyenda.
Cuando haces que una maravillosa actriz interprete a una leyenda del cine, tienes una de las mejores y más bellas película biográficas de la historia del cine. Cuando haces que una futura leyenda, interprete a una leyenda del pasado, tienes un sueño, un ensueño. La sutileza en los gestos, las miradas cedidas, la delicadeza en los movimientos envueltos en un halo (no solo dado por el filtro difumando que cubrió los rostros de las más grandes estrellas del star system y que se siguió usando en buena parte de la cinematografía asiática de los años 80 y 90), dominados por una bruma que descansa en la calidez, la tranquilidad y la claridad. Los planos se van sucediendo como aquellas calurosas tardes de primavera entre ficción y realidad, entre sonrisas exageradas del cine de los años 30, y la cándida e inocente sonrisa de Maggie. Y Maggie se deja filmar sin reconocerse como leyenda, alejada del ocaso de una estrella, despreocupada de la memoria de la imagen que la perpetuará en el tiempo. Al igual que Errol Morris, el director Stanley Kwan, reconocido por ser parte de la New Wave del cine Hongkonés, reinterpreta el formato del cine biográfico, del documental ficcionado, creando una pieza que a lo largo de su metraje va difuminando las fronteras del relato e incluso del tiempo. Ya no sabes si estás viendo a Maggie interpretando a Ruan, o a Maggie interpretándose a sí misma en el pasado o en el futuro. Hay mucho de las películas de Ruan de los años 30 en In the Mood for love, hay mucho de Maggie para que In the Mood for love sea la joya que es. Y es que Wong Kar-wai utiliza muy bien el reciclaje de las formas anteriores adaptadas a un pastiche claramente asiático. Y hay mucho de Stanley Kwan en Wong Kar-wai. Hay mucho de Ruan en Maggie y mucho más de Maggie para que Ruan se nos muestre en todas sus dimensiones. Center Stage se mueve entre fragmentos de películas de Ruan, entrevistas con sus co estrellas que aún vivián o viven y conversaciones entre Maggie, los directores y productores (Uno de ellos el artista de artes marciales y reconocido actor cómico Jackie Chan), con una elegancia y parsimonia en la búsqueda de planos y tempo que fluye en la pantalla sin sobresaltos. Un montaje milimétrico al compás de ondulantes bailes en club nocturnos e hipnóticas secuencias en escaleras que se repiten una y otra vez, donde Ruan/Maggie sube y baja, se detiene, baja dos escalones, vuelve a subir, indecisa, a veces segura, a veces de paso lánguido dictaminando el tiempo de su carrera. Hay una escena donde el director Bu Wancang o Pu Wan-chang, le dice a Ruan que ella es una actriz asociada al elitismo y que lo que buscan es un rostro de drama social. Esa escena, de la cual no tenemos registro, es recreada de manera superlativa por Maggie Cheung. Hay una trasformación de actriz super estrella a mujer proletaria en cuestión de segundos que vale más que mil películas. A Ruan, en algún minuto le hicieron interpretar esos papeles de mujeres afligidas en dramas políticos de confrontación (sobre todo contra la ocupación japonesa). Eventualmente Maggie, en la vida real, dejaría de ser una leyenda para convertirse en una mujer “normal” dedicada a la música, la producción y la filantropía. Quizás Maggie estaba consciente del drama que conlleva ser una leyenda, incapaz, al igual que Ruan de enfrentar esas batallas emocionales que da el estrellato.
El resto de la película transcurre más o menos acorde a los cánones de una pieza autobiográfica, con secuencias muy bien logradas y otras excesivas. Quizás su punto más baja es la secuencia final de despedida de Ruan, con esos cierres infinitos, los falsos cierres, que se suceden uno tras otro de manera melodramática. Pero sin duda que Center Stage es un documento filmográfico, no solo biográfico, de cierta formalidad y estética, sin necesariamente ser el primero, y rescatando la estética y tempo del cine de Nagisa Ōshima o Hiroshi Teshigahara entre otros, que claramente tiene muchos elementos reconocibles que alcanzarían su fama con las películas de Wong Kar-wai, Kim Ki-duk o Gan Bi.
Center Stage, 1991, Dir: Stanley Kwan
Andrés Palma Buratta | IMDb | @andrespalmab
Director y guionista italo-chileno, nos transporta al mundo distópico de una sociedad subterránea en su película Cassette, presentada en el Festival de Cine B, Cineteca Nacional de Chile y el Museo de la Ciudad de México. Ha participado en la producción de la película chilena “Una parte de mi vida” elogiada por la crítica. Su sensibilidad y lucha por defender los derechos humanos lo llevan a realizar el documental “Tú Ciudad…tus derechos”, para la CDHDF. Autor de historias sencillas y profundas. Desarrolló la serie #HoySoyNadie, para Televisa Networks, fue director de Camaleón Films, dirige Filmakers Media Content.