Korotkiye vstrechi (Brief Encounters)
Por: Andrés Palma Buratta
A diferencia de mucho cine soviético que se desarrolló en su mayoría en entornos rurales, típicamente soviéticos, pequeños pueblos, ciudades de provincia, o más bien con escenarios como fábricas, huelgas, revueltas, o derechamente fantástico, siempre bajo la lupa del partido y sus obstrucciones, Murotova se aleja de ese realismo soviético para introducirnos en la urbe.

Quería abordar este texto dejando de lado los elementos políticos e históricos que tiene el cine en general y en particular el soviético, sobre todo post guerra y además dirigido por una mujer. Quería enfocarme en elementos más emocionales de la historia, pero Brief Encounters estuvo censurada durante 20 años hasta que Mijail Gorbachov introdujo la glásnost (esta especie de apertura de las libertades del sistema político y comunicacional que aflojó las restricciones a la prensa y la cultura) en 1987. Por ende, me fue imposible hacer esa separación epistemológica ya que la construcción de una nación no se puede separar de la reconstrucción de la vida de estas mujeres.

Brief Encounters es una especie de triángulo amoroso entre Valentina, interpretada por la misma Murotova (con un increíble parecido a Giuletta Masina), su marido, un geólogo interpretado por el famoso cantante y actor Vladimir Vysotsky, que, dicho sea de paso, con sus canciones va hilvanando su propio relato, y una chica que proviene del campo a trabajar a la casa de la protagonista. Sin embargo, este Ménage à trois no se da al interior del gran departamento de Valentina, ni en una de las misiones del geólogo cantante en busca de oro donde conoció a la chica mesera en un pequeño restaurante rural. De hecho, el triángulo amoroso nunca se da, porque nadie sabe que el uno está enamorado del otro. Solamente podemos superar, gracias a que la chica al momento de despedirse, le regala una guitarra al geólogo, misma que después vemos colgada en una de las paredes del departamento de Valentina. ¿Casualidad o causalidad? Poco importa ya que la película tiene ese tono onírico, fantasioso, bizarro tan propio del cine soviético y heredero de esos mundos plasmados en la literatura de Dostoyevski, donde múltiples personajes con múltiples nombres, sobrenombres, apodos, entraban y salían de escena sin aparente explicación, bajo circunstancias misteriosas que a medida que avanzaba la obra se iba dilucidando el espectro más ininteligible de una sociedad siempre fascinante pero más bien desconocida para este lado del mundo. Murotova, a todo este entuerto, le agrega, además, saltos temporales no cronológicos que nos van contando estas historias de amor y como se vuelve casi un thriller romántico ya que no sabemos a ciencia cierta las intenciones de esta chica interpretada por Nina Ruslanova en su primer papel cinematográfico.

Podríamos hablar de estudio humano, de disección del corazón, del amor, el desamor, de investigación microscópica de los sentimientos y las acciones sensibles y completas que hasta en el sufrimiento tiene una lógica y una corrección, una causa y un efecto, un principio y un final, un set up y un pay off, pero todo eso no sería suficiente para abordar el cine de Murotova. A diferencia de mucho cine soviético que se desarrolló en su mayoría en entornos rurales, típicamente soviéticos, pequeños pueblos, ciudades de provincia, o más bien con escenarios como fábricas, huelgas, revueltas, o derechamente fantástico, siempre bajo la lupa del partido y sus obstrucciones, Murotova se aleja de ese realismo soviético para introducirnos en la urbe, en este caso, en Odesa, y particularmente en una gran zona de construcción de edificios de interés social. Valentina es la supervisora de estos proyectos, es la que entrega la revisión final de estos nuevos departamentos destinados al proletariado. Pero, como buena burócrata del sistema, niega la firma final por problemas en el suministro de agua. Una decisión responsable, pero que inmediatamente deja a la vista esa separación sistémica en la sociedad soviética, puesto que un grupo de viejos que esperan ocupar sus pequeños apartamentos le suplican que se los entregue lo antes posibles ya que no tienen donde vivir, versus el gigantesco departamento donde vive Valentina, con tantas habitaciones que se hace necesario contratar a alguien que le ayuda en la limpieza, y es ahí donde entra el personaje de Ruslanova, Nadia. Valentina es el modelo de mujer soviética, burócrata, abnegada, implacable pero muy profesionista, incluso al punto de ya no ser una figura femenina, sino una representación figurativa del partido. Una forma que le da cierta autonomía social, que le quita esa imagen sufrida por el despecho que podemos reconocer en otras tantas películas de encuentros fugaces como Un homme et une femme, su versión moderna Before Sunrise, la misma Brief Encounter de David Lean o Hiroshima, mon amor, Il grido de Antonioni, pasando por The Postman Always Rings Twice. En fin, hay miles de ejemplos, cada uno con diverso tratamiento y contexto que podríamos seguir enlistando, pero la idea es ir tejiendo hilos, conexiones, ideas que vayan más allá de la cinefilia masoquista…la primerísima Agnes Varda con La Pointe-Courte, Jules et Jim, etc. Aunque, por ese mismo empoderamiento femenino, es que los censores del partido establecieron que la película era un desdén a las instituciones estatales, de motivaciones burguesas, falta de realismo y deliberadamente complicadas, “amaneradas”, sin motivación. Los saltos temporales tampoco ayudaron a Murotova para librarse de la censura, ya que estos sugerían también una afrenta a ese norte a perseguir que es el futuro utópico, y convertía el tiempo en algo fragmentado que ponía en duda, entonces, el ritmo de la doctrina colectiva positivista.

A lo largo de la cinematografía de Muratova, conocida por su obra maestra y película más famosa The Asthenic Syndrome, la figura femenina suele deambular por una expresa soledad en las relaciones a la par de la representación de los valores matrimoniales que provocarían cierto rechazo entre las visiones más feministas del progresismo. En Brief Encounter no es la excepción. Los estados emocionales se van amalgamando con el universo ideológico en una sola red. Sin bien, Valentina parece profundamente enamorada  de la subyugada, superflua e insegura figura del hombre geólogo en busca de oro, pero que solo encuentra plata, ella teoriza la figura del camarada, como si tener un compañero es parte del paquete identitario comunista. Más que una pertenencia afectiva, el camarada se convierte en una pertenecía política parte de una práctica materialista con un fin único, obedecer los mandatos del partido. Incluso en la relación que se construye entre Valentina y Nadia, inconscientes de amar al mismo hombre, se va forjando una camaradería paralela a sus aspiraciones románticas, mientras esta última acompaña a su patrona en las inspecciones, la escucha ensayar un discurso que tiene que dar en una asamblea u ordena la guitarra colgada en la habitación de Maxim, el geólogo, la otra trata de cobijarla, educarla, empujarla a que ella también se convierta en un engranaje más de la maquinaria. Esa extrapolación del término permite que las protagonistas, se imaginen, se inventen, nunca terminen de conocerse. Como escribe Jodi Dean en su Comrade: An Essay on Political Belonging, “el camarada no es una identidad que simplemente habitamos, sino una práctica humana que nos orienta hacia el horizonte comunista.”

Korotkiye vstrechi (Brief Encounters) 1967, Kira Muratova

(Película completa)

Andrés Palma Buratta |  IMDb @andrespalmab

Director y guionista italo-chileno, nos transporta al mundo distópico de una sociedad subterránea en su película Cassette, presentada en el Festival de Cine B, Cineteca Nacional de Chile y el Museo de la Ciudad de México. Ha participado en la producción de la película chilena “Una parte de mi vida” elogiada por la crítica. Su sensibilidad y lucha por defender los derechos humanos lo llevan a realizar el documental “Tú Ciudad…tus derechos”, para la CDHDF. Autor de historias sencillas y profundas. Desarrolló  la serie #HoySoyNadie, para Televisa Networks, fue director de Camaleón Films, dirige Filmakers Media Content.

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