Memoria: Sandro de América, la serie de ídolo
Por: Iván Uriel Atanacio Medellín
Roberto Sánchez, quien en la intención de sus padres debió llamarse Sandor Papadópoulus, asumió el nombre artístico de Sandro para conquistar los corazones, la emoción y la energía de millones de fanáticas de la música Latinoamérica en las décadas de los años sesenta y setenta, teniendo en el interludio de ambas, su punto más alto, su clímax. Nacido en 1945, el cantautor argentino, admirador de Elvis Presley, repartidor a vendimias de vino, hogareño, admirador de su padre, devoto de su madre y amigo de Óscar Anderle, Sandro logró el éxito musical que paulatinamente lo consagró como un huracán que azoto los vientos de una generación ávida de un desfogue emocional, que había transitado por el rock and roll latinoamericano más melódico-grupal, y que se disponía a dejar fluir el rock and roll más físico, erótico y sexual, que el propio Elvis ya había arremetido desde finales de los años cincuenta.
Sandro asumió la responsabilidad inicial de esta tarea desde mediados de la década, y como voz principal, fortuita asunción desde su liderazgo en la banda “Los de Fuego”, fue delimitando los alcances vocales, artísticos y coreográficos que le caracterizaría. Su voz dramática, rozando vibrantes compases, su lírica en prosa poética que lo mismo hacía alusión a la mujer, a la naturaleza y a la divinidad, en metafórica interacción narrativa desde su etapa solista, dejo fincados sendos himnos que conquistaron escenarios desde el Madison Square Garden o el Carnegie Hall de Nueva York en Estados Unidos, hasta el Luna Park de Buenos Aires, pasando por la agitación en México, Puerto Rico, Venezuela, e incluso dejando izada su bandera epistolar en el Festival de Viña del Mar en Chile.
“Tengo”, “El Deseo de Vivir”, “Una Muchacha y Una Guitarra”, “Ave de Paso”, “Penumbras”, “Porque Te Amo”, “Rosa…Rosa”, “Penas”, “Te Propongo” “y “Trigal” entre otros, conformaron un serial de temas que durante décadas pasaron de ser sencillos exitosos, a delinear la heredad de un mito artístico único en América. En los años en que México aguardaba la entrega de su relevo musical espaciado entre Enrique Guzmán y la enorme voz de José José o el impresionante talento de Juan Gabriel, España continuaba aplaudiendo las dotes de un Raphael ya consagrado y el advenimiento de Julio Iglesias o posteriormente de Camilo Sesto; Argentina aportaba a la escena musical de la balada un variado repertorio de figuras, Leo Dan, Leonardo Favio, Palito Ortega, y el propio Sandro.
La idolatría con la que su audiencia se entregaba en los recitales, la entrega hacia sus composiciones, la reacción intempestiva, el frenesí destellante ante sus movimientos y bailes, que parecían desangrarle y desvanecerle en el escenario, se volvieron fundacionales en la escena musical de Hispanoamérica, la que no volvería a ser la misma, y que en los años ochenta y noventa atestiguaría la consolidación de otros ídolos musicales como Ricky Martin, Enrique Iglesias, Chayanne, y en especial, el del galardonado ícono mexicano Luis Miguel, admirador de Frank Sinatra y también de Elvis. Sandro, leyenda y mito, personaje, es también el protagonista inspirador de la serie que comparte a través de 13 capítulos, la vida y obra del cantante anidado en Banfield, en cuyo origen húngaro se inspirase considerarlo un Gitano, que bien compagina con ese ir y venir por la palestra musical y a la vez por asentarse en el amor a su madre y en su apego por su amada Argentina.
Sandro de América, la serie, está basada en la biografía Sandro de América de Graciela Guiñazú, escrita por Esther Feldman y Mariano Vera, está dirigida por Israel Adrián Caetano, y cuenta con la interpretación estelar de un trinomio actoral que aborda diferentes etapas en la vida del cantante, Agustín Sullivan en su juventud, Marco Antonio Caponi en su adultez, y Antonio Grimau en su vejez. La tercia actoral encarna con suma cercanía física los movimientos, actitudes y expresión artística, así como logra cautivar en la nostalgia, los dejos de una época definida por un personaje. Recrear diferentes países de América Latina a lo largo de varias décadas ha resultado un reto, más allá del diseño de arte y ambientación, la percepción de un público que igualmente habita reacciones distintas a medida que los contextos definen los gustos y apegos.
El estreno de la serie sobre el cantautor argentino que desató las pasiones que forjaron su legado, se suma a la seguidilla de series televisivas y de contenido en distintas plataformas que se han filmado sobre figuras de la canción latinoamericana, pero, al igual que la serie sobre Juan Gabriel resultó exitosa y bien recibida, Sandro de América es una de las mejor realizadas. Independientemente de su contenido biográfico, que atiende a la intencionalidad, a la licencia narrativa y a la expectativa del público, los valores de producción, actuación y dirección, sobresalen del resto de las hasta ahora estrenadas.
“Tus labios de rubí de rojo carmesí…”, “Yo quiero volar por el mundo y recorrer, libre y sin pensar que tendré que volver otra vez”, “Si algo a de morir…moriré yo por ti”, son algunas de las frases que hicieron de las ya citadas canciones “Porque te amo”, “Ave de Paso” y “Rosa…rosa” himnos de su tiempo, pero también para definir el andar de un cantante que superó sus orígenes y circunstancias, impulsó un sueño y vivió la vorágine de su éxito como él mismo decía, ícono, leyenda y mito, por siempre Sandro, Sandro de América.
Sandro de América
Telefé
Argentina 2018
Canal Youtube: Agustín Sullivan
Iván Uriel Atanacio Medellín | elsurconovela | México
Escritor y documentalista. Considerado uno de los principales exponentes de la literatura testimonial en lengua hispana. Sus novelas “El Surco” y “El Ítamo” que abordan la migración universal, han sido estudiadas en diversas universidades alrededor del mundo. Dirigió “La Voz Humana” y “Día de Descanso”. Columnista en Pijama Surf, es Director Editorial y Fundador de Filmakersmovie.com