Por: Diana Miriam Alcántara Meléndez
Históricamente la cinematografía se ha apoyado en otras artes para su desarrollo, entre ellas el arte escénico, éste ha aportado técnicas o herramientas en algunos de los procesos del mundo del cine. El teatro significa la representación de historias frente a una audiencia en directo, así, aspectos como la escenografía, la actuación, la literatura y la música se convierten en algunos de los elementos más importantes para el teatro, mismos a los que la cinematografía pone detallada atención, en especial porque también son elementos importantes para las películas.
Han existido diversas comparaciones entre el teatro y el cine, finalmente porque ambas cuentan historias en escena, pero mientras uno lo hace en escenarios en vivo, el otro lo hace frente a una cámara; ésta capta la escena que quedará grabada en imágenes, mismas que después son reproducidas a través de un proyector para la audiencia. Pero el punto convergente entre ambas artes, sus similitudes, recaen en la manera en que trasladan la palabra escrita hacia un ambiente escénico dramático.
Los orígenes del teatro en nuestro continente datan, según historiadores, desde épocas prehispánicas, con la transmisión de relatos por parte de los sabios hacia sus tribus, o de rituales que se pasaban de generación en generación en tiempos antiguos. En otro contexto las civilizaciones egipcia, griega y romana desarrollaron la dramaturgia a través de obras, poemas, relatos y demás escritos; tal como posteriormente lo harían otras culturas, civilizaciones orientales, mayas, africanas, europeas y demás.
Este proceso de contar historias a través de tres actos, de dar diálogo a personajes, o el representar acciones y situaciones, van muy ligadas a la escritura de un guión y a la construcción de escenas, es decir, a varios de los aspectos que contribuyen y significan hacer una película.
Muchos de los primeros proyectos cinematográficos iniciaron en una etapa en la que el cine comenzaba a experimentar posibilidades a través del uso de la cámara; en ese entonces mucha de la producción se limitada a capturar imágenes en movimiento en tiempo real, tal como se puede observar en cortometrajes, documentales o películas de inicios del siglo XX. Para expresarlo en término prácticos, era como capturar en rollo fílmico una representación teatral. No obstante, el lenguaje y la narrativa cinematográfica fueron evolucionando para dejar de expresar sólo el reflejo de una realidad y para construir sus propios escenarios. De ahí que el cine sea tan distintivo de las otras artes, que haya evolucionado y que se diferencie de otros espectáculos de entretenimiento.
Pero la colaboración entre ambas artes no ha cesado, al contrario, se ha mantenido presente a través de los años. Ejemplo de ello son las varias adaptaciones que se han realizado de obras teatrales al ámbito cinematográfico. Entre algunas de las películas que se encuentran basadas en obras de teatro se encuentran: ¿Quién teme a Virginia Woolf? (EUA, 1966), Cuestión de honor (EUA, 1992), La duda (EUA, 2008), así como conocidas obras de la literatura como La importancia de llamarse Ernesto de Oscar Wilde o Hamlet de Shakespeare; u obras musicales como Rock of ages (EUA, 2012) o Sweeney Todd (EUA-Reino Unido, 2007).
Es importante observar cómo muchas veces la cámara, la cinematografía misma, ha sido utilizada a favor del cómo contar la historia. Algunas de las ventajas del uso de la videocámara son el poder mover la perspectiva de los personajes, el poder estar en dos o más lugares a la vez, la habilidad para moverse entre escenarios y momentos de la historia, o el transmitir mayor o menor intimidad entre el espectador y los personajes, es decir, poder acortar distancias; situación que se encuentra limitada en un teatro, por los espacios y la temporalidad al contar una historia en vivo y en tiempo real.
Al igual que las adaptaciones literarias, lo más importante al llevar al cine una obra teatral es el de ser fiel a las intenciones, los mensajes, las reflexiones y las temáticas estudiadas por el o los autores de las obras, pero sobre todo, el de aprovechar las ventajas que la cinematografía ofrece para el enlace y la conexión que se crea con el espectador a través del cine.
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Diana Miriam Alcántara Meléndez | México
Guionista y amante del cine, ha estudiado Comunicación, Producción y Guionismo a los largo de los años con el fin de aportar a la industria cinematográfica una perspectiva fresca, entrenada y apasionada. Adicta a ver y hacer cine, su palabra clave es “originalidad”.