CINESCOPIO: STANLEY KUBRICK
Por: Iván Uriel Atanacio Medellín
Cinescopio es una nueva ventana de reflexión que abrimos en Filmakesmovie como parte de nuestro 5to aniversario, mediante el análisis a modo de ensayo sobre la semblanza creativa de quienes han marcado, innovado y definido la historia del cine, y cuyas trayectorias han influenciado nuevas formas creativas de expresar la narrativa visual de las imágenes en movimiento. Cinescopio propicia un diálogo entre la intencionalidad del director y la interpretación de la audiencia frente a su legado fílmico. De esta manera el trabajo de directores, guionistas, actores y de quienes hacen posible el séptimo arte, aparece en nuestra columna como un viso conceptual a las propuestas artísticas que han dejado huella en la cinematografía universal. Y para inaugurar nuestro Cinescopio, optamos por revisar a modo de reflexión, algunas cintas, temáticas y conceptos que definen al maestro de la construcción lingüística desde el montaje: Stanley Kubrick.
Referente fundacional de la cinematografía universal, admirado, reconocido y estudiado por realizadores, críticos y cinéfilos, Kubrick irrumpió el séptimo arte desde sus primeros cortometrajes a principios de los años cincuenta hasta su última cinta, estrenada justo a fin de siglo. Nacido en Nueva York en julio de 1928, el director oriundo del Bronx, creció en una migrante familia de origen judío y desde su infancia mostró un gusto genuino por la fotografía y el valor de la imagen, la música y su atmósfera, así como por la literatura y sus posibilidades narrativas. Kubrick forjó de esta forma los postulados creativos que caracterizaron su obra, como la polémica, el debate y la profundidad psicológica, así como la oposición a los dogmas religiosos, sociales y políticos. Kubrick ejerció el periodismo fotográfico al tiempo que se especializaba en empalmar las imágenes en secuencias, una vocación editora que mostraría posteriormente al dominar todos los aspectos técnicos de la cinematografía. A partir de sus primeros cortometrajes, el director forjó una carrera de cinco décadas en las que sólo dirigió 13 películas, debido en parte a su meticulosa selección de novelas para su adaptación, a las interminables jornadas de rodaje, a las repeticiones incesantes de cada escena, a la pericia técnica y a la búsqueda constante por el ensamble armónico del sonido.
A esto se suma la concordia entre pausa y ritmo, su compás sedicioso y vertiginoso, que lo mismo hipnotiza que invita a la reflexión profunda, y que integraron en su conjunto un proceso de filmación legendario. Cada escena en Kubrick está supervisada por su óptica, por sus sentidos y por el arte definitivo de un maestro consumado, que ha influenciado a diferentes generaciones de realizadores alrededor del mundo. Gracias a su influjo en los aspectos narrativos y visuales, hemos disfrutado de sendas películas dirigidas por realizadores contemporáneos como Steven Spielberg, Darren Aronofsky o Christopher Nolan. Su variopinto canon cinematográfico apela a la provocación temática y a una sintaxis contemplativa que describe las acciones sin juzgar más allá del comportamiento de sus personajes. Su genuina estructura transita con precisión e independencia entre thrillers policíacos y psicológicos, dramas bélicos y sociales, adentrándose en los prejuicios y complejos humanos, los mitos, el horror, la historia y la ciencia ficción. Su corolario visual y fondo musical clásicos brindan sentido estético a su obra, epifanías que ofrecen meditación, asombro y misterio, que provocan, perturban y vinculan símbolos y significados agnósticos tan inextricables como pedagógicos, situando debates ético-morales, conflictos de fe y religión, la ambición, el poder, la reflexión del espacio-tiempo y su devenir histórico.
Por citar breves ejemplos del análisis anterior, presentamos algunas cualidades temáticas, simbólicas y conceptuales que aparecen en una selección de sus películas. En “Casta de Malditos” 1956, Kubrick dirige la trama hacia los crímenes de la noche y la oscuridad de sus instintos, donde la estrategia, la tragedia y el misterio determinan la condición social, la ambición y la avaricia, la lealtad y la traición de sus personajes, formando en la suma, una gama de posibilidades por cometer el crimen perfecto. “Senderos de Guerra” 1957 en tanto, reviste el ideal del honor, del deber ser y de la ética, es una reflexión profunda de la posibilidad de la guerra desde la paz y desde el heroísmo, que no siempre se muestra al arrojarse al fuego de las armas. En “Espartaco” 1960, Kubrick muestra la emancipación de las conciencias, libertad del credo y su defensa ante el exterminio. Una cinta de poéticas coreografías que sustenta no sólo en la fuerza la supervivencia sino en la voluntad, y que resalta la compasión, la bondad y la rebelión emancipadora del exilio consecuente de la lucha por la libertad, el sacrificio de un hombre por su pueblo y de un pueblo por su colectivo.
“Dr. Insólito” 1964, funciona para hacer una crítica a la histeria colectiva de una época crucial de la historia del siglo XX. Un momento determinante en el devenir de la modernidad que agoniza, de un nuevo orden económico internacional que se instituye, de ideologías que dominan y se imponen, y de la posmodernidad que aguarda fanatismo y ambición como una consecuencia de la libertad suprimida. El preludio del fin de los tiempos proviene del totalitarismo intencional que desde la perspectiva subjetiva y cómica del director, describe sin más posicionamiento que el humor negro y la realidad de una tensión política mundial, que vista como una sátira política, convida la eliminación mutua de los poderosos con el afán de que ninguno prevalezca al final.
“La Naranja Mecánica” 1971, quizá su película más provocadora, rebelde y original, representa a una generación perdida y en búsqueda, al advenimiento del capital como punto decisivo de las divisiones sociales en el mundo consecuente del totalitarismo político, sustituido por un sistema que se transforma. La violencia es presentada como causa y consecuencia, como producto de una sociedad maniatada, donde fe, religión y confianza han subyugado al libre albedrío. Al tiempo, explora la naturaleza humana desde la pérdida de vínculos sociales que se aprestan a la condición humana. En “El Resplandor” 1980, Kubrick atiende a la -dualidad- como una posibilidad infinita, intrínseca y perenne en las personas, y averigua el thriller psicológico desde el horror, los trastornos de personalidad y el insomnio de la intranquilidad. Esa dualidad que desde la pérdida de sensibilidad por la guerra, lleva al director a filmar “Cara de Guerra” 1987, donde examina la deshumanización, la pérdida de la cordura y la indolencia de por la sinrazón de la guerra, y lo hace desde la contemplación que advierte la pérdida de valores, del nihilismo que reprime y que busca ganar a beneficio de un sistema. Con “Barry Lyndon” 1975, el director deleita la imagen en movimiento a través de un lienzo colorido cuyo tinte dibuja un paisaje y plasma una emoción, donde la ambición es intrínseca desde el mito, la leyenda y el posicionamiento, que se muestra como una aspiración de la audiencia. La alegoría, la codicia y la fatalidad representadas en el viaje y la peripecia, se deslizan nuevamente al abandono para volver a empezar mientras orquesta un nuevo duelo, el de su propia ambición.
“En Ojos Bien Cerrados” 1999, epitafio artístico del maestro, es una provocación de la libido despierta, que se presenta como un viso a la doble moral de la aristocracia ante la infidelidad y la ética, y con mayor atrevimiento, como un repaso de temas tabúes de la sociedad posmoderna, y desde ese cuestionamiento social se adentra en las azuladas pesadillas de un matrimonio que experimenta la crisis de la tentación y la confianza semejadas en la necesidad de la confesión.
Y si “Ojos Bien Cerrados” es su epitafio, “2001: Odisea del Espacio” 1968, es el legado más valioso de su testamento. Kubrick nos invita a posar la mirada en el universo y contemplar así la ronda impar de nuestra existencia. Reflexiva, metafísica y a la vez terrenal, es una sinfonía de imagen y silencio, de imagen y música, de imágenes y símbolos, un viaje a través del tiempo, un atisbo al origen, una serie de preguntas perennes que no responden a nuestro posicionamiento de sentido y significado ante la vida, pero que sugiere reflexionar sobre ella; poesía visual que devora los sentidos e invita recorrer su caleidoscopio de emociones y aliento. Un salto cuántico sin espacio y tiempo, donde pasado, presente y futuro coexisten en el universo paralelo de la evolución, la tecnología, la inteligencia artificial, la vida extraterrestre y el regreso del ser humano al origen de la vida y la creación. La asimilación existencial percibe la aparición atemporal de un monolito, no como un acontecimiento del entorno, no como parte del descubrimiento intrínseco de la aventura y la exploración, sino como un visión del amanecer como un misterio, como esa necesaria capacidad de asombro que necesitamos los seres humanos ante la inextricable inmensidad del universo.
Stanley Kubrick es uno de los directores más estudiados en las escuelas de cine, cátedras completas se llevan a cabo desde la academia para teorizar su quehacer cinematográfico, y la lista de directores que se han inspirado en su obra es interminable, como enorme es la legión de cinéfilos y amantes del cine que hemos quedado atónitos ante sus lienzos filmados desde una lente ávida de provocar la emoción y la reflexión al mismo tiempo, capaz de impactarnos y habitar nuestra mente desde la catarsis que brindan las poderosas imágenes de su arte contemplativo.
Iván Uriel Atanacio Medellín | elsurconovela |ivan@filmakersmovie.com | México
Escritor y documentalista. Considerado uno de los principales exponentes de la literatura testimonial en lengua hispana. Sus novelas “El Surco” y “El Ítamo” que abordan la migración universal, han sido estudiadas en diversas universidades alrededor del mundo. Dirigió “La Voz Humana” y “Día de Descanso”. Columnista en Pijama Surf, es Director Editorial y Fundador de Filmakersmovie.com