Por : Diana Miriam Alcántara Meléndez
Gabriel García Márquez alguna vez dijo que el cine y la literatura van de la mano, que si se quiere hacer un buen cine de ficción, es importante dar su tiempo y espacio a las bases literarias, a la palabra, el desarrollo de historias, personajes y, claro, a la reflexión del tema, el mensaje y la intención del escritor.
William Shakespeare (26 de abril de 1564 – 23 de abril de 1616), escritor y dramaturgo inglés, como muchos literarios, refleja en sus textos la sociedad que le rodea, los ideales de las personas, sus sentimientos, anhelos y preocupaciones, plasmados a través del trazo de sus personajes en el contexto social en que se ubican. A través de sus obras, comedias o tragedias por igual, el autor explora el mundo en el que vive. En su trabajo escrito, los detalles, diálogos, acciones, situaciones y confusiones humanas exploran el verdadero sentido del subconsciente del hombre, analizándolo, criticándolo, reflejándolo y llenándolo de vida, celebrando el mundo en el que sus personajes viven, en sus acciones positivas o de engaño por igual, porque son contexto del mundo en que vivimos. Shakespeare celebra al hombre a través de su trabajo, porque su trabajo es parte del análisis, con ojo crítico, que hace del mundo en que vivimos.
Sus obras tienen un subtexto con apertura al debate y la reflexión, donde la preocupación, agonía, felicidad o confusión está presente en la vida de los protagonistas y sus historias, que al relacionarse entre sí, construyen el mundo en el que viven, en su sociedad, cultura, interacción, organización y lenguaje. Las obras de Shakespeare son eco del hombre mismo, planteando cuestiones propias de la naturaleza del ser humano, que han estado presentes desde hace cientos de años y que continúan siendo parte importante de las preocupaciones de la sociedad moderna (¿Quién es el hombre? ¿Qué lo motiva? ¿Cuál es su propósito? ¿Cuál es su sociedad y cómo la construye?). Con ello el autor ofrece la oportunidad de discutir, debatir y observar acciones y pensamientos del ser en su entorno, tales como la amistad, el amor, la traición, las banalidades, los deseos o la fortuna, y la forma en que éstas van formando al hombre.
Otelo es, por ejemplo, una historia de tragedia que profundiza en temas como el engaño, el deseo de poder, la necedad, desconfianza, obsesión y traición, personificada y vista a través de los ojos de Yago, personaje que anhela lo que no tiene y engaña al prójimo a través del uso del discurso manipulador, falso pero convincente (por su propia habilidad retórica). En el rubro de la comedia, Rosalinda y Celia, personajes de la obra Como gustéis, son sello del amor, el desamor, la esperanza, la ingenuidad y la devoción; una obra sobre líos y enredos amorosos que explora las relaciones humanas.
Creador de frases inolvidables, historias consolidadas y un lenguaje único, Shakespeare está inmortalizado en su trabajo literario; pero también en el cine perdura su recuerdo alrededor del mundo, con adaptaciones apegadas a los textos clásicos de la mayoría de sus obras, hasta innumerables interpretaciones libres de su trabajo.
Mientras algunos autores literarios son parte de olas experimentales en la búsqueda de historias para llevar a la pantalla grande, otros son amplia y repetidamente llevados al cine, porque su trabajo es sinónimo de detalle narrativo, reflexión profunda y dramatización atinada, en su construcción de tema, trama, personajes, diálogo e intención de historia. Shakespeare es de esos autores; el escritor ha hablado del hombre a través de sus obras, con mucho que decir sobre el mundo, el hombre, la palabra y las relaciones humanas; el cine lo retoma, para profundizar a través de este arte, aquellas inquietudes y narrativas propuestas por el dramaturgo inglés.
Su trabajo aún tiene vigencia y resonancia; sus obras, tanto tragedias como comedias, demuestran su gran capacidad como escritor, retratando personajes e historias trascendentales, reales, honestas y críticas. Su presencia en el cine es parte de la historia del séptimo arte, ejemplo además de la relación que la cinematografía guarda con otras bellas artes, en donde las películas adaptadas a partir de la obra del dramaturgo son muestra tanto del interés por continuar explorando el material que Shakespeare ofrece a las sociedades, pasadas, presentes y futuras, así como la forma en que el cine celebra el trabajo de este importante literato. Verlas o no verlas, esa es más que la cuestión.
–
Diana Miriam Alcántara Meléndez | diana@filmakersmovie.com | México
Guionista y amante del cine, ha estudiado Comunicación, Producción y Guionismo a los largo de los años con el fin de aportar a la industria cinematográfica una perspectiva fresca, entrenada y apasionada. Actualmente cursa un Máster en Comunicación, Periodismo y Humanidades a propósito de enriquecer su mente y trabajo.