Por: Carmen Sofía Brenes | Revista de Comunicación Facultad de Piura, Dic. 2012 | Academia.edu
Este artículo reflexiona sobre la noción de bondad y su contrario, referida a los personajes de un mundo de ficción. El estudio se hace desde una perspectiva humanista y tiene en cuenta la propuesta poética de Juan José García-Noblejas (1982) y Paul Ricoeur (1987). Se propone que un personaje es bueno en la medida en que sirve al mundo de ficción en el que está, mientras que el mundo de ficción lo es en tanto que es capaz de “hacer justicia” a la vida humana que representa.
“Contamos historias porque, al fin y al cabo, las vidas humanas necesitan y merecen contarse. Esta observación adquiere toda su fuerza cuando evocamos la necesidad desalvar la historia de los vencidos y de los perdedores. Toda la historia del sufrimiento clama venganza y pide narración”.
Paul Ricoeur
1. El contexto de la poética aristotélica
2. La propuesta de la “doble navegación”
Siguiendo a Paul Ricoeur (1987) y a Juan José García-Noblejas (2004), cabe pensar que una exigente recepción de cine pide que el escritor y el espectador, haga dos “operaciones” distintas al escribir o ver una historia.
La primera operación, lectura o “navegación” sobre una historia tiene lugar cuando se entra por primera vez en la película. Sin saber bien lo que va a encontrar, el autor o el espectador toma de la mano a los personajes, sobre todo al protagonista, como si fuera su lazarillo (García-Noblejas, 2000, 123-127), y haciendo una “voluntaria suspensión de la incredulidad”, hace “como si” todo lo que ve y oye, fuera tal y como se le presenta en ese mundo. Sufre, si el protagonista sufre. Goza, si goza.
En esta “primera navegación” los personajes aparecen como personas ante el escritor o espectador.
Junto a esta operación, existe una segunda lectura o “navegación” sobre la historia que el escritor hace en su re-escritura (Brenes, 2011) y el espectador competente realiza mientras hace la primera y que acaba unos minutos después de haber terminado de ver la película (probablemente mientras se ven los créditos de cola y la música finales). Esta segunda lectura o “navegación”, a diferencia de la primera que es más técnica y analógica, es más unitaria y simbólica. Es decir, no interesa tanto qué pasó a los personajes y por qué, sino que da lugar a la pregunta sobre el sentido de la historia.
Para ver mejor en qué consiste esta “segunda navegación”, puede servir la anécdota que se cuenta en las escuelas de guión. “Una compleja historia de tres personajes fue magistralmente descrita en clase por un estudiante de guión cuando, tras la pregunta del profesor: ¿De qué trata tu historia?, contestó: De que quien busca venganza ha de pensar en cavar dos tumbas” (García-Noblejas, 1999, 17).
Cuando se ve la historia en “primera navegación”, desde dentro del mundo de ficción y como si fuera la vida misma, los personajes tienden a calificarse con los mismos criterios con los que se califica a las personas. De ahí que se diga que el héroe es “valiente”, “cobarde”, “magnánimo” o “egoísta”. Cuando en realidad, bien se sabe que los personajes no son capaces de tales hábitos por el sencillo motivo de que no gozan de libertad. “Los personajes no son el patrón que imita representativamente la vida humana” (García-Noblejas, 2000, 124). Quien la imita es la historia o relato, si está bien tramado siguiendo una “lógica de la libertad” (García-Noblejas, 2000, 124).
Por eso, cuando las historias se ven en “segunda navegación”, desde fuera, o mejor dicho, cuando se ven en su unidad, la valoración de las partes está en relación con su acierto técnico. Un personaje, un decorado, un diálogo o una música serán un buen personaje, decorado, diálogo o música en la medida en que hagan buena a la película, es decir, lograda, completa, cumplida. En cambio serán malos personajes, diálogos, etc., si hacen que la historia sea débil, episódica, floja.
En esta “segunda navegación”, lo que es bueno o malo ya no son las partes, sino la historia misma, en su unidad. Ahora bien, el carácter de bueno o malo referido a la historia no lo es, inicialmente, en sentido ético sino en sentido poético. Es decir, el mundo de ficción será bueno no porque lo que representa sea perfecto desde el punto de vista ético, sino porque representa bien, de una manera sintética y condensada (o, en terminología de García-Noblejas (1987), porque “actúa como”) algún aspecto del insondable misterio que es la persona, con sus cumbres de heroísmo y con sus abismos de vileza. Y a la vista de esta imitación o representación, el espectador es capaz de re-conocerse a sí mismo.
Dicho de modo sintético, un personaje es bueno si sirve para que la historia sea buena. Y la historia será buena no porque muestra mundos idílicos, hermosos, o edificantes, sino porque el espectador, al entrar y salir de ese mundo, es capaz de reconocerse a sí mismo al contemplar y asimilar todo el bien y el mal que está ahí representado (García-Noblejas, 2003).
3. Los personajes y la narratología (Parte 3)
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Carmen Sofía Brenes | Academia. edu | @csbrenes | Chile
Periodista, Doctora en Comunicación, Pontificia Università della Santa Croce (Italia). Autora de libros sobre análisis de guión y recepción poética del cine como: “Recepción poética del cine. Una aproximación al mundo de Frank Capra” , “¿De qué tratan realmente las películas? Claves prácticas para leer y escribir guiones de cine y televisión” y “Fundamentos del guión audiovisual”. Es además, Profesora en la Facultad de Comunicación y Directora Académica del Máster en Guión y Desarrollo Audiovisual de la Universidad de los Andes Chile, así como miembro del Executive Council de la Screenwriting Research Network.
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