Memoria: EL SANTO, 100 años de leyenda
Por: Iván Uriel Atanacio Medellín
Si alguna figura mexicana se erige en lo alto del firmamento cultural de México, con una influencia capaz de trascender los cuadriláteros del pancracio universal para habitar diversos ámbitos con igual o mayor influencia, esa efigie unísona es “El Santo”, el máximo referente de la lucha libre mexicana. Ícono popular, estrella de cine, deportista ejemplar, Rodolfo Guzmán Huerta encumbró a un personaje, a un mito donde convergen el carisma y la empatía de un gladiador con la leyenda que simboliza la cosmovisión, los ímpetus y los anhelos de un pueblo. Su máscara es símbolo de justicia e inspiración, es patrimonio nacional y al mismo tiempo la identidad de un ídolo de infinito afluente generacional. Hace ya más de tres décadas de aquél 5 de febrero de 1984 que se cimbró por entero el mundo que él mismo había construido, el dolor de su partida cubría la constituyente fecha, envuelta en la nostalgia y los recuerdos que eternos quedarían en la afición de un deporte y la veneración de un país hacia su ídolo; apenas un par de semanas antes, el propio luchador había mostrado parte de su rostro en el programa de televisión “Contrapunto”, conducido por el periodista Jacobo Zabludovsky, despojándose de la máscara más deseada, la que ningún rival pudo quitarle y la que más encarna la cultura popular mexicana desde mediados del siglo XX; en aquél programa también supimos su nombre y pudimos adentrarnos a la interioridad de quien dos años antes habíase retirado del cuadrilátero tras décadas de brillar intensamente en el propio universo que giró a su alrededor.
Y es que hablar de Rodolfo Guzmán Huerta es adentrarnos a una pléyade temática que rebasa por completo el ámbito estrictamente deportivo, es hablar de una personalidad capaz de hacer unánimes, el cariño, la admiración y el respeto; la entrega por su profesión y la disposición de hacer de su entrega una alternativa al entretenimiento desde el deporte, permitieron que el alumno de Jesús Lomelí y “El Diablo” Velasco, quien iniciara su travesía a los 16 años como luchador profesional en los años treinta, que se llamase también “Rudy Guzmán” o “El Incógnito”, y que en los años cuarenta desechara los nombres de “El Ángel” y “El Diablo” por “El Santo,” alcanzara la fama mundial y un lugar de privilegio en el imaginario mexicano.
La historia de “El Santo” es la historia de un deporte que al instante implica la imperiosa necesidad de conocer los mitos sobre los cuales se teje la identidad, vocación y las definiciones del astro nacido en Tulancingo, Hidalgo, que habría de dar vida y continuidad a la lucha libre mexicana siendo su máximo exponente, y que se convertiría en primerísima estrella de la industria cinematográfica nacional, que dolida en orfandad tras perder a su ídolo Pedro Infante, y atenta al alejamiento de su otra figura épica, Mario Moreno Cantinflas que conquistaba el mercado internacional, encontraba en Rodolfo Guzmán Huerta a una pieza clave que resultaría ser el actor más taquillero de un género fundacional. Al medio de los dramas citadinos, las tragedias rurales, las comedias urbanas y las coplas de un sistema que buscaba legitimarse en la Revolución Mexicana, “El Santo” filmó más de cincuenta películas, muchas de ellas consideradas de culto y aún hoy inspiradoras de sendos circuitos, festivales y coloquios de cine a nivel internacional, especialmente en Europa y Asia.
Así, fuese en la comedia o en la bélica enmarcación, en las historias a canciones o en la adaptación literaria de lenguajes poéticos, “El Santo” definiría un estilo y sentaría las bases para asirse de un nicho de culto que encumbró al personaje, y lo anidó por debajo de la piel de un país que más allá de tener una inclinación por el fútbol o el box, en donde también abrazaba ídolos, hallaba en la lucha libre y en las innumerables posibilidades de sus máscaras, cabelleras, caídas y desenlaces, un caleidoscopio donde desfogar al mismo tiempo la ira, el tedio y la frustración, para aguardar la esperanza, la ilusión y la fantasía de una realidad que abría puertas al heroísmo.
Un héroe nuestro y universal, un titán que intimida al vuelo de su capa y al cruce de su vehículo ahuyentando monstruos de sombras, extraterrestres invasores y momias aterradoras, paladín de un mundo hechizado por la vida y la muerte, en cuya cosmovisión reside aún la cabida para la fascinación el asombro. Así, a más de tres décadas de su muerte y a cien años de su nacimiento, El enmascarado de plata se convirtió en cobijo de la pobreza, abrigo de la esperanza y júbilo de la victoria ajena hecha propia, en cuyo halo protector el mal será vencido por el bien, y los rivales derrotados como su capa cruza el viento. No puede un gladiador tener mejor nombre que el suyo -“El Santo”- el que alimenta veladoras, rezos, plegarias, el que es misterio e intriga, el que es protección, que intercede y hace milagros.
Pensar en sus inicios como rudo resulta difícil a la luz de su legado, pero sin duda su etapa de luchador rudo le brindó adeptos gracias a su técnica y a sus dotes de lucha grecorromana y olímpica de los que derrochó gran habilidad, la misma que sus historietas compartían como el técnico más virtuoso y a la vez, el más real. Durante décadas “El Santo” ostentó los cintos de varios campeonatos de peso ligero, medio y welter, con la misma holgura y pundonor con los que sus hombros llevaron el peso de un deporte que con el paso de los años se ha convertido en una auténtica industria mediática de nivel internacional. Sus gestas se hicieron cantares de hazañas memorables haciendo pareja y combatiendo a grandes figuras del ring, “El Cavernario Galindo”, “Back Shadow”, “Rayo de Jalisco”, “El Médico Asesino”, “El Solitario”, “Huracán Ramírez”, “Blue Demon”, “Ray Mendoza”, e inspirado a varias de las nuevas figuras que darían cauce a la época de oro de la lucha libre por nuevas formas de promoción, así “Mil Máscaras”, “Tinieblas”, “Doctor Wagner ”, “El Perro Aguayo”, “Canek”, entre otros, y a los herederos que consolidaron definitivamente las arenas, coliseos y centros de espectáculo, como el mismo “Hijo del Santo” quien ha labrado su propia leyenda en un surco de continuidad, acrobacia y técnica, elevando el legado de la máscara de plata y la llave “De a caballo” a nivel superlativo, recorriendo el mundo abanderando la lucha libre mexicana.
En Filmakersmovie celebramos la carrera del luchador y recordamos algunas de las cintas que son ya parte del canon cinematográfico mexicano, “Santo contra las mujeres vampiro” 1962, “El tesoro de Moctezuma” 1965 y por supuesto, la película que reunió al enmascarado de plata con el enorme “Blue Demon” y con el señor personalidad “Mil Máscaras”, joven luchador que iniciaba entonces un extraordinario paso por los encordados, “Las momias de Guanajuato” 1970. Sean sus películas de perenne exposición, sus historietas que brindaron a nuestro país un superhéroe de carne y hueso, sean las canciones inspiradas en la pasión que despertada en la audiencia, su capa agitando el aire al vuelo sobre el entarimado, algún tope demoledor o su disposición a la justicia como asidero, la emoción y el apego que “El Santo” generó, le permite habitar con toda fuerza en el Olimpo del pancracio, y vivir intensamente la actualidad de su feligresía.
A cien años de su nacimiento, recordamos con la viveza del presente, la hidalguía del ser humano, la presencia del luchador, el carisma del ídolo y la empatía del personaje que hizo de su tiempo un lienzo multicolor de sensaciones e ilusiones vertidas en los vivas que abrazaron las circunstancias y los contextos socio culturales de una nación, que hoy le mantiene en la memoria más querida de sus hijos predilectos.
Fragmento programa «Contrapunto» de Jacobo Zabludovsky
México, 1984
Santo el enmascarado de Plata revela su rostro.
14:28
Iván Uriel Atanacio Medellín | elsurconovela | México
Escritor y documentalista. Considerado uno de los principales exponentes de la literatura testimonial en lengua hispana. Sus novelas “El Surco” y “El Ítamo” que abordan la migración universal, han sido estudiadas en diversas universidades alrededor del mundo. Dirigió “La Voz Humana” y “Día de Descanso”. Columnista en Pijama Surf, es Director Editorial y Fundador de Filmakersmovie.com